jueves, 7 de mayo de 2015

















Hiciste tambalearse el mundo de unos cuantos: tirando al suelo pilares básicos como esa idea constante de inmortalidad que necesariamente está ahí, permanente en nuestras vidas.
Parece ser que cuando intuyes que todo se acaba valoras y aprecias con cariño todas las pequeñas cosas de la vida, agradeces y ya no te da vergüenza decir un te quiero, o lo orgulloso que te sientes de los tuyos...pero en vez de ser una sensación totalmente plena y bonita es también arrepentimiento por no haber saboreado lo suficiente cada momento y por haber dejado escapar o evitado cosas que debías haber hecho, y haber hecho cosas de las que no te sientes orgulloso.
Siempre es agria una despedida porque nunca deja de ser la espera de algo inevitable y en esos momentos quieres acaparar todo el tiempo del mundo en unos días...Y todo el tiempo del mundo se te queda corto.

Esa presencia del final que generalmente evitamos debería estar mucho más presente, no en forma de miedo y tristeza sino como aprendizaje: Aprovecha el día a día y vive pensando en hoy. Y no le des importancia a las chorradas.

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